Parece que fue ayer y sin embargo ya son 17 los años transcurridos desde que comenzó esta aventura que en 2023 cumplirá ya su mayoría de edad con la vista puesta en celebrar dos décadas de vida. Mucho ha cambiado el mototurismo desde entonces: las motos ya no son las mismas y hasta la percepción del mototurismo ha cambiado. Ayudó mucho la popularización de las maxitrail, pero también es cierto que durante varias ediciones eran las naked y deportivas las que portaban los dorsales de Penitentes.
Hemos pasado de ser un escaso puñado de locos enamorados de los viajes, de las carreteras rotas y reviradas con ganas de salir radicalmente de la zona de confort a convertir el formato original de Penitentes en una moda que si bien ha hecho mucho por la difusión del mototurismo, también en algunos aspectos ha desvirtuado la idea e intención con la que nació este formato.
Un año más nos dispusimos a organizar, de nuevo la XVII Ruta de los Penitentes con la misma ilusión de siempre. Desde que el famoso Covid llegó y con él la destrucción de las Libertades, hemos proseguido realizado la ruta al estilo francés, con estricta invitación. Este año no iba a ser menos, pero las obligaciones personales nos llevaron a mover la fecha hasta el 1 de octubre.
Hacer la ruta de nuevo en otoño (Recordemos que la primera edición fue el 2 de septiembre de 2006) tenía ese sabor especial de recuerdo de aquel día inolvidable. El tiempo fue muy parecido, con 14 grados de mínima y 23 de máxima y un cielo inmaculado durante todo el día.
La mala suerte quiso que de aquellos Penitentes pioneros faltasen a última hora Oscar Cavero con un dedo roto, Miguel Ibáñez y Westermeyer ambos por trabajo, aunque no faltaron algunos nombres ilustres del mototurismo nacional. De los V.I.P tendrían que haber estado Pascal y los Èpaves, pero recién operado (mejórate amigo) no quisimos comprometerlo sin tener la certeza de que se hallaba recuperado
Este año la ruta estaba diseñada como un casi-calco de la edición 2006 pero con algo más de picante, o lo que es lo mismo, para disfrutar pero sin olvidar algo de mala leche, con enorme dureza en los primeros kilómetros. Para desayunar esperaba el Alto de las Canteras para dar paso al trazado antiguo de Monrepós, tan bien mantenido en su cara sur como destrozado desde el Túnel de Manzanera. Solo los abundantes corzos nos saludaron, mientras el temible Monrepós sacaba sus garras para recordar que esto es Penitentes. A Monrepós le seguiría el Puerto del Serrablo, clásica serpiente de asfalto destrozado famoso a raíz de la edición 2008, cuando lo colocamos al final de la ruta. Este año además el Serrablo recibió a los Penitentes con gran cantidad de gravilla que provocó muchísimos sustos.
Tras el paso por el Serrablo nos esperaba otro clásico en la historia de Penitentes: El almuerzo en Casa Turmo. Si bien en las 3 primeras ediciones de la ruta el almuerzo se hacía en el desaparecido Casa Lafuén de Parzán, es cierto que Casa Turmo ha estado muy ligado a la ruta y ha sido testigo de varios almuerzos memorables tanto en Penitentes como en Puertos Míticos, y ha vuelto a ser la referencia durante las últimas ediciones. De nuevo no falló y un año más no fuimos capaces de comernos todo. Mención especial de los adobos. Simplemente espectacular.
Con el buche lleno los Penitentes se encaminaron al Túnel de Bielsa para después enlazar la Hourquette d’Ancizan, el Tourmalet, el Col de Spandelles, Soulor y Aubisque. Tras la preceptiva compra de queso esperaba el Portalet y de ahí una suave bajada de retorno hasta la meta, con el coloso Monrepós de nuevo acechando a la vuelta y despedida de nuevo por el alto de las Canteras.
Un recorrido clásico como pocos, apenas 622km condensando 17 años de historia, donde a cada curva asomaba el recuerdo de alguna anécdota vivida a lo largo de estos años: François y su Renault 4, Los niños de Lourdes, los caracoles franceses, la cinta americana.. la tormenta y nevada de 2012, tantos días de lluvia, la niebla de 2014, pinchazos, averías, participantes perdidos con la noche encima…..
Hasta François nos esperaba con una enorme sonrisa. Este año dejó aparcado el 4L para coger el rebaño y hacer la trashumancia rumbo a Rèbenacq y tuvimos la suerte de verlo para charlar un rato con él al paso por el Col de Spandelles. “ohhh Les motards Pènitents, beaucoup d’editions dèjá”
No faltó la hija de François con la furgoneta acortando curvas por el circo de Litor recordando que si de alguien son esas carreteras son de los franceses que por allí habitan.
Un año más todo el día subidos a la moto, saboreando la carretera y los recuerdos volvía una y otra vez una pregunta a la mente y en las conversaciones ¿Volverá Penitentes en abierto en 2023? Dieu seul le sait!
No podemos sino dar las gracias a todos los que habéis participado en esta edición.