El otro día leíamos con emoción una reseña de Peter Blue, motorista de los de toda la vida, conocido por todos los que ya llevamos unos años viajando en los que rememoraba sus dos participaciones en la Ruta de los Penitentes. En la primera ocasión no pudo finalizar el recorrido y en la segunda sí. En aquel pequeño comentario, repasaba Peter aquellos años que fueron desde 2005 a 2014, cuando Penitentes era un evento único y muy exclusivo, radicalmente diferente a todo, con un carácter marcadamente de culto y, si se quiere, un poco underground. Los más ruteros de España y Europa se daban cita en un evento que recordaba en su camaradería a las más duras reuniones invernales europeas.
Sin embargo, los últimos años hemos vivido una explosión del formato. Un evento de culto organizado por un pequeño grupo de aficionados de forma totalmente amateur, ha sido replicado a lo largo y ancho de toda España, convirtiendose en moda. Decía Peter que cuando algo se convierte en moda, deja de ser atractivo para algunos, y recordaba con nostalgia como ese carácter que marcó Penitentes se había en parte diluído al devenir en moda. En la actualidad, son muchas las empresas que han visto un filón en el formato que el Moto Club Monrepós creara hace más de una década y han generado sus propios eventos, con diferentes variaciones, marcados por grandes recursos económicos y humanos, que si bien son vistosos, se alejan más aun del espíritu primigenio que inspiró la creación de este evento. No obstante, como cada cruz tiene su cara, también pequeños clubes se han inspirado en nosotros y nos han pedido consejo, muchos de ellos realizando después una referencia explícita y pública a Penitentes, para intentar dinamizar zonas deprimidas, lo que les honra. Pero el hecho objetivo es que ya prácticamente cada provincia española tiene su propia versión de Penitentes, realizada con mayor o menor éxito.
Tambien hemos de reseñar que el propio mundo del mototurismo ha cambiado de forma sustancial en estos años. Hemos pasado de las concentraciones y matinales a los eventos dinámicos, a rutear y viajar como nunca. Penitentes fue en España el pistoletazo de salida de un modo de entender el mototurismo, muy inconformista, que entonces era minoritario y hoy es muy popular. La irrupción y popularización masiva de las maxitrail ha relevado por completo a las Transalp, Aprilia Pegaso, Deauville, GS500 y otras que poblaban las primeras ediciones de Penitentes.
Realizar Penitentes en Aragón en estos años ha sido una tarea titánica, mucho más de lo que parece. Aragón es una tierra pobre y poco poblada, que tiene por costumbre ser a veces una tierra ingrata con sus hijos. Años atrás, recibimos diversas ofertas, algunas muy suculentas, para trasladarnos a otras regiones españolas, pero las rechazamos porque teníamos el convencimiento, la certeza moral de que estábamos realizando una labor de promoción del turismo que favorecía a todos aquellos valles de los que nadie se acordaba. Posiblemente nadie nos lo reconocería y quien quisiera ayudarnos (pequeños ayuntamientos principalmente) carecía totalmente de recursos para ello. Pero ahí está el trabajo realizado y la gran cantidad de turismo en moto que cada verano inunda nuestros recorridos, y eso nadie es ya capaz de negarlo. Tanto en España como en Francia, hemos convertido nuestros recorridos en un vector turístico de suma importancia para la economía de lugares totalmente dejados de la mano de Dios. Hemos salido adelante sin sponsors ni ayudas, pero como buenos aragoneses, seguimos mirando hacia adelante con tozudez pese a las muchísimas dificultades que hemos tenido todos estos años. Lo hacemos porque a pesar de la dejadez institucional y del olvido, de la despoblación y la falta de inversiones, de los palos en las ruedas, creemos en esta tierra y en sus gentes. Resumió bien Pérez Galdós el espíritu aragonés en estas célebres líneas: “Zaragoza no se rinde. La muerte al que esto diga. La reducirán a polvo: de sus históricas casas no quedará ladrillo sobre ladrillo; caerán sus cien templos; su suelo abrirase vomitando llamas; y lanzados al aire los cimientos, caerán las tejas al fondo de los pozos; pero entre los escombros y entre los muertos habrá siempre una lengua viva para decir que Zaragoza no se rinde.”
Los años transcurridos han pasado muy deprisa. Penitentes ha sido un hijo que ha crecido muy rápido y se ha hecho adulto. Muchas cosas querríamos haber hecho a lo largo de estos años, pero la dinámica organizativa, mezclada y compaginada con nuestros respectivos trabajos, no nos permitía llevar a la práctica propuestas que llevaban años encima de la mesa. Ha sido una dinámica en parte incómoda para nosotros, porque siempre hemos querido seguir siendo ese pequeño moto club de Zaragoza que hacía cosas diferentes.
Este año ha sido el momento de retomar un proyecto que habíamos dejado aparcado en 2012. La dinámica de aquellos años no nos permitió ponerlo en práctica, pero entendemos que este momento es el propicio para rescatar la idea y una vez más, centrarnos en la innovación y volver a sorprender al motociclismo nacional con una propuesta nueva, que a su vez ahonda en un formato ya conocido. Como se reconoce de forma unánime, hemos sido siempre los primeros en cada innovación aportada al mototurismo en estos años, que después se ha convertido en norma.
La edición 2018 será un Penitentes que está destinado a revivir el espíritu que inundó las primeras ediciones y colocar al evento de nuevo el márchamo de exclusividad, con su punto underground y de culto. Realmente, deseamos que asista quien de veras sienta la llamada de este tipo de cosas y las viva con el convencimiento de estar realizando mototurismo en su más alta expresión. No faltará el carácter aventurero que siempre ha distinguido a la Ruta, ni dejará de ser, de largo, el evento mototurístico más duro y complejo de toda España. Este año además de su extensión a 3 días y la inclusión de los hoteles, permitirá que sean desconocidos el lugar de salida, el del final, los hoteles donde se pernocta… dando al evento un toque de misterio que nos va a permitir sorprender enormemente a todos los participantes.
Sabemos que Penitentes 2018 va a colmar las expectativas de todos sus participantes, puesto que somos conscientes de que probablemente marcará un antes y un después en el mototurismo nacional. Este año su organización se ha dificultado por el cambio de formato y lo diferente y diverso de su recorrido (lo que será impactante para muchos). Ello ha retrasando su celebración este año, pero esperamos de nuevo recobrar en 2019 nuestra fecha fija en el puente del trabajo. El Puente de los Penitentes.
Al fin, esta edición es un pequeño homenaje a todos aquellos que nos habeis honrado con vuestra presencia en todos estos años. Todas las personas para los que lo recuerdos de Penitentes significan algo muy importante. Un recuerdo a la gente que hacía Test del cuero Francés, a Carmelo y Silvia , al que traía caracoles pegados en la moto, a la valiente chica canaria, a Bernard, Jules, Anne-Marie y Michel, al que realizaba reparaciones con cinta americana, a los que se perdían como los Niños de Lourdes, los que seguían adelante pese a la lluvia, el frío y la nieve, los que atravesaban el Puerto del Serrablo de madrugada bajo una intensa ventisca, gente que se construía carenados inverosimiles, otros que hacían la ruta vestidos de presos, a Cheli ,que quiso, sabedor de que su final se acercaba, realizar Penitentes a modo de despedida de este mundo, a Antonio que hizo la ruta para homenajear a su padre, a Ana Maria, que cumplió la promesa de llevar las cenizas de su padre a hacer la ruta, a la gente que venía en Vespas antiguas o los chicos de las Monkey bikes, los que hicieron la ruta en ciclomotor, el señor de casi 90 años, Uli que venía cada año desde Alemania, el griego aquel tan simpático, Tolga el turco, el estadounidense, los escoceses, los italianos que tenían una pizzería, los vascos de Norberto, los del club Piaggio, los deauvilleros, los asturianus, los franceses que la hicieron con motos custom, Varablas y su moto de 125cc, la Benelli SEI, Fede y los amigos del “Ultimate group”, los del Moto Club Pistón, los de Benavente, los de Calatayud, los de Miranda, los jerezanos, los portugueses que luego iban a Arguis, los de la Leyenda, el compañero que fue a cumplir su compromiso de estar en un control de paso el mismo día que su mujer daba a luz y tantos otros que nos dejamos en el tintero….. Son tantos recuerdos de gente maravillosa que cuando se piensa en ellos, una conclusión llega a la cabeza: Ha merecido la pena.